Los primeros resultados de la investigación abierta por el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional sobre el accidente mortal sufrido por un motorista el pasado martes avalan la hipótesis de que el conductor quería suicidarse. Al parecer, el motorista estaba en tratamiento médico, había dejado de tomar las pastillas y ya había tenido algún antecedente de intento de autolesionarse.
Eso explicaría por qué el conductor circuló con su vehículo 330 metros en sentido contrario y a toda velocidad por la calle de San Juan Bosco, una vía de dos carriles en cada dirección. Además, a la hora en la que se produjo el siniestro (las 17.35) registraba un tráfico intenso tanto de vehículos como de peatones. Su recorrido, calificado como temerario por los agentes que hicieron el atestado, terminó cuando chocó frontalmente contra un turismo a la altura de la puerta del Hospital Clínico Universitario.
A consecuencia del impacto, el motorista, identificado como R. R. B., de 56 años, salió despedido, rompió la luna del vehículo y pasó por encima del mismo antes de caer al suelo. A pesar de que llevaba puesto el casco de seguridad, el golpe fue tan fuerte que le causó lesiones muy graves de las que fue atendido en el mismo lugar por sanitarios que le practicaron maniobras de reanimación cardiopulmonar. Una vez estabilizado, lo ingresaron en el servicio de urgencias del centro hospitalario pero falleció muy poco después a consecuencia de las heridas.
El turismo contra el que colisionó estaba conducido por J. M. M. C., de 78 años, que resultó lesionado de carácter leve, salvo complicaciones, y dio negativo en la prueba de alcoholemia que se le practicó.
Por su parte, el equipo de Policía Local que está elaborando el atestado continúa recopilando datos técnicos y de testigos para entregárselo al juzgado que se encargue del caso. El itinerario del motorista comenzó en la esquina de Corona de Aragón con San Juan Bosco y, después de que le esquivaran los numerosos turismos con los que se cruzó, se produjo la colisión. Los agentes califican la conducción de temeraria, por lo que la compañía de seguros del fallecido podría no hacerse cargo de los daños causados.
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